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Todos somos gusanos le había confiado modestamente el joven Winston a una amiga , pero creo que yo soy una luciérnaga". La imagen no es exagerada: Alexandre Dumas habría podido inventar un personaje así, pero en el caso de Winston Leonard Spencer-Churchill, la realidad supera con mucho a la ficción. Hasta los veintiséis años, las aventuras del joven oficial y del reportero son graciosamente imperdibles; luego, el personaje desarrolla, entre otros aspectos, un reconocido humor, una imaginación sin límites, siempre mediados con una buena dosis de alcohol: "Winston afirmaba el presidente Roosevelt tiene cien ideas por día, y únicamente cuatro son buenas, ¡pero nunca sabe cuáles!". Sin embargo, fue el general De Gaulle quien mejor lo juzgó: "Fue el gran artista de una gran historia".